La Ciudad

El olvido de las playas cuando la tormenta es ya un recuerdo

Pasó el temporal más anticipado de los últimos tiempos. Todos sabían que llegaría y aunque lo hizo con menos intensidad de lo pronosticado dejó su huella. En especial en las playas, donde los desaguan las calles. Como en Constitución. El día después tantas veces lamentado y repetido.

Por Fernando del Rio

Un palito de helado, la ruedita de un Cadillacs, una zapatilla marca Topper pie derecho, un trozo de pan, una lata aplastada de Coca-Cola, un zapallito, una botella plástica, otra botella plástica, una cajita de Tic-Tac, un envase de papas fritas, una sandalia de goma, una manzana entera, la tapa de un juguete, una cajita de leche chocolatada, un envase plástico, otra sandalia pero de cuero, una pequeña botella de crema para las manos, la hebilla de un cinturón, un Saphirus de lavanda, un desodorante de repuesto, una pieza de Rasti, el cordón solitario de un zapato, un encendedor, un blister con sus pastillas, la mitad de un maple de huevos, la tapa de telgopor de un pote de helado. Virulana.

La bombilla de un mate, un gancho plástico color amarillo, un globo naranja con la inscripción Happy Birtdhay, una flor de plástico, tres huevos de caracol encimados, una madeja de lana violeta, un tomate, un moño celeste de regalo, la mitad de un Minion, el tubo plástico interior de un sifón con su pico azul, un cable coaxil, el pomo de un colorante de pintura azul, una lata de cerveza, el cono de un exprimidor, la carrocería plástica de un camión de juguete, una lata de atún, un caño de termofusión azul.

Una tapita de gaseosa, una colilla de cigarrillos, un pedazo de madera, una hoja de malvón, una pelotita de metegol, varias nueces, otra tapita de gaseosa, la botella de la gaseosa, una estrellita amarilla para jugar en la arena, un sobre de mayonesa, el tapón negro de una garrafa, otro encendedor, otra colilla, un pedazo de manzana, una rama en forma de horqueta, más nueces, una bolsa plástica, un cepillo de dientes rosa, una redecilla fucsia, un higo, una pluma, medio limón, un precinto blanco, otro tapón, una abrazadera amarilla.

La mitad de un Spider-Man, una cinta de nylon celeste, un fibrón anaranjado, el envase amarillo del huevito Kinder, un peine por la mitad, otro cepillo de dientes violeta, una tuerca azul, un pedazo de teja, un tubo plástico de tres pulgadas, un muñequito amarillo que es un unicornio, media cebolla, una ojota negra, otro envase plástico rojo, un lápiz negro marca Maped, un preservativo sin abrir, un corcho, un cable eléctrico, la tapita de un dentífrico, el cadáver de una rata.

Dos hombres con una bolsa de consorcio, una mujer con las manos llenas de botellas, otra en cuclillas levantando vidrios, la profe de surf guardando latitas en una bolsa de supermercado y creando conciencia en su alumna. Mediodía.

Ningún empleado municipal, ni provincial, ni nacional. Ninguna maquinaria, ningún plan, el desagüe de Constitución, ninguna malla de contención, ningún filtro.

El recuerdo de la tormenta, el olvido de la playa.

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